La gestión de tus finanzas personales mejora tu calidad de vida

La correcta administración de las finanzas personales es un camino hacia la mejora de nuestra calidad de vida. Esta afirmación encapsula el propósito central que guía la creación de nuestra serie de artículos titulada “Finanzas personales”.

Todos comprendemos la importancia de contar con una fuente de ingresos que nos permita disfrutar de un estilo de vida específico. Sin embargo, a menudo pasamos por alto que no es tanto la cantidad de ingresos la que determina nuestra calidad de vida, sino la destreza con la que gestionamos nuestras finanzas.

Se trata de analizar la relación entre los ingresos y los gastos, mantener una capacidad de ahorro y disponer de instrumentos financieros que nos protejan ante posibles imprevistos, como enfermedades o siniestros, a través de seguros.

Claves para tus finanzas personales

Ingresos: Obtener una visión clara y a largo plazo de nuestras fuentes de ingresos

Toda nuestra gestión financiera comienza con nuestros ingresos, ya que sin ellos enfrentaríamos serias dificultades económicas. Por lo tanto, es fundamental conocer en profundidad la solidez de estas fuentes. Esto significa comprender el riesgo asociado a la posible pérdida de ingresos. Debemos rastrear y cuantificar la suma total de nuestros ingresos, que pueden derivar de salarios, beneficios (como aguinaldos o gastos médicos), inversiones, la venta de activos, y otros. Un enfoque recomendado es analizar los ingresos percibidos a lo largo de un año.

Es importante recordar que existe siempre la posibilidad de perder el empleo, lo que nos impide contar con ingresos garantizados de por vida. Por esta razón, debemos construir ahorros que nos permitan afrontar estas situaciones.

Gastos: Analizar nuestros patrones de gasto

Para mantener un control adecuado de nuestras finanzas, es esencial entender nuestros hábitos de gasto: en qué gastamos y cómo lo hacemos. Podemos seguir la pista de estos hábitos utilizando herramientas proporcionadas por las entidades financieras, como tarjetas de débito y crédito. A menudo, incurrimos en gastos sin ser plenamente conscientes de ellos. Por ejemplo, cuando nos suscribimos a servicios como Netflix y pagamos la cuota con una tarjeta de crédito, tendemos a olvidar el gasto mensual, sin contabilizarlo o verificarlo en nuestro estado de cuenta. Estos gastos ocultos pueden acumularse con el tiempo.

Del mismo modo que con los ingresos, es aconsejable calcular los gastos totales anuales, desglosados por mes.

Equilibrio entre Ingresos y Gastos: Buscar la ecuación ideal

La distribución de ingresos y gastos, lo que llamamos la “ecuación ideal”, nos proporciona información crucial sobre nuestra capacidad para acumular patrimonio y ahorros. La lógica financiera dicta que nuestros ingresos siempre deben superar nuestros gastos, o de lo contrario, nos enfrentaremos a problemas de liquidez significativos. Realizar un análisis de nuestro balance financiero mirando hacia el pasado nos ofrece pistas, pero es más importante aún proyectar este balance hacia el futuro. La realidad demuestra que, en los últimos años, la capacidad de ahorro de las familias ha disminuido, y muchas veces se recurre al crédito para tapar los agujeros en la liquidez, es decir, cuando los gastos superan los ingresos. Este uso excesivo del crédito es una amenaza real para nuestro futuro financiero.

Crédito: Utilización efectiva y consciente

El crédito puede ser una herramienta útil para alcanzar metas financieras personales, pero también puede convertirse en un enemigo financiero si no se utiliza con prudencia. La clave reside en nuestro enfoque y control sobre el crédito. Se oyen historias aterradoras acerca del uso desmedido y descontrolado de créditos en sus diversas formas, como hipotecas, créditos al consumo, leasing o tarjetas de crédito, ofrecidos por instituciones financieras o prestamistas. Por ejemplo, algunas casas de empeño, particularmente populares en zonas suburbanas, ofrecen créditos personales con tasas de interés que oscilan entre el 50% y el 150%.

Desde una perspectiva de finanzas personales, podemos categorizar los tipos de créditos ofrecidos por las instituciones financieras de la siguiente manera:

  1. Créditos a largo plazo, utilizados para inversiones a largo plazo, como hipotecas, la compra de automóviles, viajes, etc.
  2. Créditos a largo plazo destinados a cubrir necesidades de liquidez puntuales.
  3. Tarjetas de crédito.

Es fundamental recordar que los créditos (de cualquier tipo) son fácilmente accesibles, ya que los bancos los promocionan constantemente como parte de su labor comercial. No obstante, debemos ser conscientes de que representan una obligación de pago en el tiempo, y no cumplir con estos compromisos puede acarrear graves problemas financieros. Para abordar esto de manera efectiva, debemos identificar con claridad los créditos que actualmente tenemos, conocer el monto de pago y el plan de amortización, y comprender la tasa de interés asociada. Además, es importante determinar por qué estamos incurriendo en deudas, ya sea por compras impulsivas, para cubrir necesidades de liquidez temporales o como una herramienta útil en el control de gastos.

Nunca deberíamos tomar un crédito para pagar otro, y debemos considerar la creación de un fondo de ahorro a largo plazo. Si observamos dificultades para llegar a fin de mes, no debemos recurrir a la tarjeta de crédito para resolver el problema. Antes de tomar un crédito a largo plazo, debemos realizar una proyección a largo plazo de nuestro balance de ingresos y gastos, teniendo en cuenta que este tipo de crédito generalmente abarca un período de más de 10 años y, por lo tanto, requiere una evaluación cuidadosa de la seguridad de nuestras fuentes de ingresos a lo largo del tiempo.

Planificación y Seguros: Proteger nuestro bienestar económico

Los planes de seguros médicos y de activos, como los seguros de vivienda y automóvil, representan una inversión en la protección de nuestro bienestar económico. Aunque suponen un desembolso de dinero al principio del período, sus beneficios radican en la reducción de riesgos en el futuro. Algunos de los seguros más destacados son los planes de seguros médicos, que previenen gastos extraordinarios en el futuro y brindan una mayor seguridad a la familia, y los seguros de activos, que salvaguardan nuestro patrimonio.

Ahorro e Inversión: Prepararse para el futuro

El excedente de dinero que generamos debe ser cuidadosamente gestionado. Esto implica ahorrar para el futuro a través de planes de jubilación y buscar inversiones que generen plusvalías y rentabilidad.

Educación Financiera: Herramientas para mejorar nuestras finanzas personales

Existen diversas herramientas que pueden ayudarnos en la gestión de nuestras finanzas personales. Software especializados y las herramientas proporcionadas por instituciones financieras pueden facilitarnos un mejor control y planificación de nuestro futuro financiero. El conocimiento y la educación financiera son recursos valiosos para el éxito en esta área.

Referencias

Finanzas corporativas en línea | Asesoramiento en finanzas corporativas | Harvard Business Review