Los grandes vencedores de la inflación dejan un reguero de ganadores y perdedores endeudados por el camino.
- Los fabricantes de coches han compensado la caída de ventas subiendo precios
- Las empresas de componentes han absorbido la inflación por sus contratos a largo plazo
- El eslabón débil de la cadena de suministro se ha tenido que endeudar para sobrevivir
El sector automotriz se ha convertido en uno de los epicentros de la lucha contra la inflación, y los fabricantes de componentes son los que más sufren las consecuencias de esta arremetida económica. Mientras Mercedes-Benz y Renault disfrutan de beneficios récord gracias a precios elevados y márgenes favorables, las compañías que producen los elementos esenciales, desde el cableado hasta el aislamiento térmico, enfrentan una dura realidad financiera, asumiendo el aumento de los costos sin poder trasladarlos a sus clientes debido a contratos inflexibles a largo plazo.
La inflación, el cáncer de la economía
La inflación ha sido el dolor de cabeza de casi todos los actores económicos durante meses, incluyendo a consumidores, empresas y bancos centrales. La presión sobre los precios ha sido una traba para la recuperación post-pandemia y ha llevado a la implementación de restricciones monetarias. A pesar de este escenario desafiante, algunos han logrado capitalizar la situación, aunque no sin dejar un rastro de perdedores a su paso.
Mercedes-Benz y Renault se encuentran en la cima de los beneficiarios, sorteando la inflación y sacando provecho de ella. Los precios elevados en la industria automotriz han contribuido a sus extraordinarios años, llenando sus arcas con beneficios y márgenes récord. Sin embargo, estas ganancias no se extienden a todos los eslabones de la cadena.
En el otro lado de la moneda, los fabricantes de componentes han sido el eslabón débil de la producción, obligados a absorber el aumento de los costos sin la posibilidad de compartirlos con sus grandes clientes, quienes les tienen sujetos a contratos a largo plazo. Empresas como Standard Profil Automotive y Adler Pelzer han lidiado con esta situación, recurriendo a la deuda como una medida de supervivencia.
La dificultad de renegociar contratos ha atrapado a compañías como Standard Profil, que buscó infructuosamente modificar sus acuerdos con clientes como BMW y Renault. Ante la falta de éxito, se vieron forzados a recurrir a efectivo para mantenerse a flote. Esta historia se repite en el sector, donde las oscilaciones de costos no siempre se contemplan en los contratos y, en muchos casos, los fabricantes de componentes deben absorber una parte del alza.
Adler Pelzer también ha enfrentado la pesadilla de la deuda, convocando a sus acreedores para renegociar bonos por 425 millones de dólares con vencimiento en abril de 2024. La oferta de una rentabilidad del 12% y una inyección de capital de 120 millones de dólares por parte de sus accionistas, fueron su último recurso para evitar una crisis financiera.
Un futuro incierto
El futuro de la industria automotriz se vislumbra desafiante, con vencimientos de deuda alcanzando su punto máximo en 2025 y 2026. Hayley Tipping, analista de Columbia Threadneedle, advierte que aunque no todas las compañías vayan a quebrar, enfrentarán un esfuerzo significativo para asegurar el pago de sus obligaciones con costos de capital más elevados.
Sin embargo, hay destellos de esperanza en medio de la dificultad. Empresas como la española Grupo Antolín, a pesar de atravesar por momentos difíciles, han superado lo peor y ven cómo los volúmenes de producción se recuperan y los precios de las materias primas se estabilizan. Por su parte, Schaeffler ha recibido una mejora de calificación crediticia, y se espera una recuperación en sus márgenes con el aumento de las ventas de vehículos.
Pero la industria automotriz debe enfrentar otros retos, como el desafío de la electrificación. La movilidad sin emisiones requiere grandes inversiones en investigación y desarrollo, lo que implica una reconfiguración de las estrategias y portfolios de productos de los fabricantes de componentes.
En medio de este escenario decisivo, las empresas de componentes deben redoblar esfuerzos para recortar costos y adaptarse al futuro. Dominik Foucar, socio de Bain, destaca la necesidad de rediseñar portfolios con productos más asequibles de fabricar mientras se preparan para el cambiante panorama económico.
La inflación, lejos de ser un problema aislado, ha sido un catalizador para el cambio y una dura prueba de supervivencia para muchas empresas. Los fabricantes de componentes han sido el eslabón débil en la cadena de suministro, pero con un enfoque estratégico y una adaptación ágil, podrían emerger más fuertes y preparados para enfrentar los desafíos del futuro.
Referencias
International Monetary Found, OCDE, Banco Mundial | Avacum – Asesoría en finanzas corporativas en línea | PDV-a Asesoramiento en finanzas corporativas
El sector automotriz enfrenta la inflación con contrastes.
Mientras Mercedes-Benz y Renault se benefician de precios elevados, los fabricantes de componentes sufren.
La inflación ha sido una traba para la recuperación post-pandemia. Empresas como Standard Profil Automotive y Adler Pelzer se endeudan para sobrevivir.
La renegociación de contratos es complicada, lo que deja a muchos absorbiendo el aumento de costos.
El futuro es desafiante con vencimientos de deuda en el horizonte. Algunas empresas, como Grupo Antolín y Schaeffler, encuentran esperanza en la recuperación de la producción y estabilización de precios.
La electrificación también plantea retos.