Las finanzas y la contabilidad son términos que, con frecuencia, se utilizan de forma intercambiable. A pesar de que ambas disciplinas están vinculadas a la administración y gestión de los activos de una organización, cada una posee un alcance y enfoque distintos.
Cuando se busca evaluar la salud financiera de una empresa o departamento, y tomar decisiones financieras estratégicas, resulta esencial contar con un conocimiento práctico de ambas disciplinas.
Examinemos las principales diferencias entre finanzas y contabilidad:
Las finanzas y la contabilidad operan en diferentes niveles del espectro de gestión de activos.
La contabilidad brinda una instantánea de la situación financiera de una organización a través de la utilización de datos transaccionales pasados y presentes. Por otro lado, las finanzas tienen una naturaleza intrínsecamente orientada hacia el futuro, ya que su valor se deriva en gran medida de pronósticos y proyecciones.
En el ámbito contable, se obtiene una visión de la situación financiera de una empresa mediante lo que se conoce como la ecuación contable, generalmente expresada de la siguiente manera:
ACTIVOS = PASIVOS + PATRIMONIO NETO
Esta ecuación consta de tres componentes:
La ecuación contable debe mantenerse en equilibrio en todo momento: los activos del lado izquierdo deben ser iguales a las reclamaciones contra esos activos en el lado derecho. Este equilibrio es fundamental para determinar si los registros financieros de una empresa reflejan con precisión las transacciones realizadas en un período determinado.
Cuando se evalúa el rendimiento desde la perspectiva de las finanzas, el efectivo adquiere un papel fundamental.
Las finanzas analizan cómo una organización genera y utiliza efectivo de manera eficiente, haciendo uso de diversas mediciones. El flujo de efectivo libre, quizás la más crucial de ellas, examina cuánto dinero tiene una empresa para distribuir a los inversores o reinvertir después de cubrir todos los gastos. Constituye un sólido indicador de rentabilidad y se emplea para tomar decisiones de inversión actuales basadas en la expectativa de un pago futuro.
Esta diferencia de alcance subraya un contraste entre los fundamentos subyacentes de la contabilidad y las finanzas. El método de devengo contable, adoptado por la mayoría de las organizaciones, registra las transacciones a medida que se acuerdan, en lugar de cuando se completan. Esto permite que las transacciones se realicen a crédito o con pagos diferidos y opera bajo la idea de que los ingresos y los costos se suavizarán con el tiempo para representar con mayor precisión la realidad económica.
Las finanzas rechazan esta idea y sostienen que la mejor manera de medir los rendimientos económicos es calcular el efectivo que una empresa puede generar y aprovechar, lo cual depende del momento en que se efectúa el intercambio de efectivo, no solo cuando se acuerda.
La medición del rendimiento financiero resulta esencial para evaluar la salud y eficiencia de una empresa o inversión. Existen diversas métricas y enfoques utilizados en finanzas para medir este rendimiento. A continuación, se presentan algunas de las formas más comunes de medir el rendimiento financiero:
La elección de las métricas adecuadas para medir el rendimiento financiero dependerá de los objetivos y la naturaleza de la empresa o inversión. Resulta fundamental emplear una combinación de estas métricas para obtener una visión completa y precisa del rendimiento financiero.
Otra diferencia entre estas disciplinas radica en su enfoque hacia la valoración. En contabilidad, a menudo se aplica el principio de la prudencia, que sugiere que las empresas deberían registrar valores proyectados más bajos de sus activos y estimaciones más altas de sus pasivos. Según esta doctrina, si no se conoce con precisión el valor de algo, se debe considerar como cero. Esto ayuda a las empresas a evitar sobreextenderse al subestimar el valor de los activos y sobreestimar las obligaciones que deben.
En finanzas, se utiliza un proceso analítico conocido como valoración para determinar el valor de una empresa, proyecto o activo. El estándar de oro en este ámbito es el descuento, que se aplica a una serie de flujos de efectivo a lo largo del tiempo. La tasa de descuento, representada como un porcentaje, tiene en cuenta el costo de oportunidad, la inflación y el riesgo, y lleva el valor de un flujo de efectivo futuro a su valor presente.
Tanto las finanzas como la contabilidad son útiles para evaluar la posición y el desempeño de una empresa. Al comprender los principios subyacentes de cada disciplina y sus contrastes, es posible desarrollar una mayor intuición financiera y tomar decisiones comerciales más acertadas.
Entrada de la serie: Manual de Gestión administrativa
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